Relajarte frente a una montaña, sanar cuerpo y ama y dormir en camas mullidas, son algunas de las maravillas que ofrecen estos 3 sitios para desconectarse de la rutina
Muy cerca de la Ciudad de México, existen tres elegantes alojamientos ideales para desconectarse del ajetreo diario.
Éstos se caracterizan por procurar un equilibrio en mente, cuerpo y espíritu a sus huéspedes con exclusivos servicios y en privilegiadas ubicaciones: al pie de una montaña, frente a un lago o bajo el abrigo de una ciudad colonial.
Quienes deseen desconectarse por unos días de la cotidianidad, aquí estas tres opciones que son un destino en sí mismos:
Amomoxtli, en Tepoztlán, Morelos; El Santuario, en Valle de Bravo, Estado de México y El Sueño, en la ciudad de Puebla.
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AMOMOXTLI: uno de los mejores sitios para desconectarse ante la montaña
Tras un sobrio portón en lo más profundo de Tepoztlán se revela un camino empedrado que conduce a una antigua casa tipo Barragán hoy transformada en un excepcional alojamiento que mira directamente al cerro del Tepozteco.
Rodeado de verdor, en cuidados jardines y ancestrales árboles, Amomoxtli es un hotel boutique que ofrece descanso total. Por lo tanto, se ha convertido en uno de nuestros sitios para desconectarse que todo mundo debe conocer.
En las habitaciones no hay televisores pero sí una confortable cama con edredones de pluma y sábanas de cientos de hilos, y una terraza privada con un mullido sillón y un fogatero propio.
Ese es el espacio ideal para deleitarse con los sonidos que surgen de la naturaleza alrededor, especialmente al amanecer.
Una canasta con café recién hecho y unas galletas recién horneadas hacen que el día comience con una sonrisa.
Previo al desayuno se puede participar en una sesión de meditación o dar un paseo por los jardines para descubrir ahuehuetes y amates, así como cactáceas, buganvilias y distintas hierbas que se usan tanto en la cocina como en el spa.
Aromas, sabores y delicias locales
Las fragancias surgen a cada paso, invitando a dar respiros profundos y creando un sentimiento de desconexión.
Pocos se resisten a mantenerse alejados de la alberca climatizada, el corazón del hotel. Desde ahí o desde uno de los camastros en la orilla se admira permanentemente la montaña, y sus distintos rostros según la hora del día.
El restaurante Mesa de Origen (el único espacio abierto al público en general) completa la experiencia con platos inspirados en recetas del pueblo e ingredientes locales.
Y el spa es el broche de oro, ya que se puede personalizar un tratamiento de 90 minutos con masajes y faciales, según lo que se necesite.
Amomoxtli se localiza a menos de una hora de distancia de la Ciudad de México y es un hotel para mayores de 13 años.
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EL SANTUARIO: serenidad y vista al agua
Apenas se llega a El Santuario y su energía invita a detenerse. Aquí no se permite vivir acelerado. Por ello es uno de nuestros fabulosos sitios para desconectarse.
Construido sobre una montaña de cuarzo y en una reserva ecológica a la orilla del lago de Valle de Bravo, este espacio emana espiritualidad.
Por esa razón su fundador, el empresario Michel Domit decidió construir aquí 64 habitaciones (la misma cantidad de hexagramas del libro sagrado chino I Ching que simbolizan las permutaciones posibles).
Su disposición en cascada significa el tránsito en ascenso y en descenso hacia la apertura y el conocimiento de uno mismo.
Hsiao Kuo: La Preponderancia de lo Pequeño, es el nombre de la habitación que nos alojó una noche.
Su atmósfera remite a la energía y poderío del trueno y, al mismo tiempo, al mantenerse firme como la montaña.
Hacia 1989, a Michel le habían ofrecido la montaña donde actualmente se encuentra El Santuario, pero él rechazó la propuesta debido a males financieros por los que estaba pasando.
Sin embargo, en la meditación de esa noche, su padre (que había muerto cuando él tenía 12 años) le dijo que tenía que comprarla.
Le indicó que sería la misión de su vida convertirla en un ejemplo mundial de convivencia entre el hombre y el medio ambiente.
Desde entonces, este lugar hoy operado por Hamak Hotels logra que los huéspedes se desconecten de la vida cotidiana.
Y lo logra desde su concepción arquitectónica: el camino que conecta al restaurante Na-Ha con la recepción exige contemplación del jardín sembrado con plantas endémicas y esculturas de Alejandro Velasco.
El camino que conduce cuesta arriba hacia las habitaciones y hasta la capilla en la parte más alta serpentea literalmente, imposibilitando recorrerlo con prisa.
El Santuario, uno de los sitios para desconectarse y sanar cuerpo y alma
La vista, además, nunca abandona la dirección hacia el lago; no importa dónde se esté, el agua se mantiene como compañera permanente, lo que hace respirar pausado y conectar con El Santuario.
Una piscina climatizada en cada habitación y los detalles finamente tallados en madera cierran el concepto.
Por su parte, el chef Alejandro Zuno se encarga de que el cuerpo y el alma goce con platos inspirados según ingredientes locales.
No te puedes perder el pescado confitado, la coliflor rostizada, el aguachile de hongos o la res en salsa de huitlacoche. Y su recomendación especial: Steak de berenjena rellena de queso y espinaca.
Y el spa ofrece distintas terapias, como Sanación Profunda del Alma o Potenciando tu fuerza interior, las cuales, a través de meditaciones, permiten concientizar y sanar aspectos de la vida que obstruyan la energía individual.
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El SUEÑO: Desconectarse para dormir con los ángeles
“Cierra los ojos, comienza a soñar…”, es la frase de bienvenida a El Sueño, un lujoso hotel que habita en una antigua casona del siglo XVIII.
Para quienes prefieren los entornos urbanos, este alojamiento se ubica en pleno centro histórico de Puebla, una ciudad custodiada por ríos y trazada por ángeles.
Según cuenta una leyenda, el arcángel San Miguel, tras dirigir el trazo de esta hoy capital, tomó un descanso bajo la sombra de un vetusto sauce que había en el predio.
Y dijo: “Sueños inolvidables y buenaventura para quien duerma aquí”.
Algunas plumas cayeron de sus alas que, al tocar tierra, se transformaron en igual número de árboles que servirían para construir los techos de la casona.
Y que donde hoy está el patio brotó el agua que convertía en realidad los sueños de quienes se reflejaban en ella.
Todavía se conservan las vigas y la pileta original, entre otros detalles barrocos propios de la arquitectura de antaño, aunque el hotel se distingue por su decoración minimalista.
Sueños cumplidos
Tiene 20 habitaciones, nombradas en honor a reconocidas mujeres que nunca dejaron de soñar:
Dolores del Río, Tina Modotti, Nahui Ollin, María Izquierdo, Miroslava, Isadora Duncan, Remedios Varo, Leonora Carrington, Sor Juana Inés de la Cruz, Catalina de San Juan, entre otras.
Así como ellas, cada suite tiene personalidad propia: no hay una igual a la otra y de cada una se desprende hasta una fragancia distinta.
La casona cuenta con otros oníricos rincones, como la piscina de hidromasaje, un solarium y un restaurante con terraza, que regala hermosas vistas de las cúpulas vecinas, incluida la de Catedral.
En su restaurante puedes deleitarte con los sabores poblanos tradicionales (moles y cemitas, por ejemplo) y algunos de temporada, como el de los chiles en nogada o de un martini de nogada.
Un espacio para reconectarse con los sueños cumplidos, desconectarse de aquellos indeseables y para crear nuevos para seguir el camino.
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