Pianista, compositora, académica y enamorada de la vida, así es Lucía Álvarez, una joya de la música en México y el mundo
Su gusto por la música comenzó desde que tenía seis años. Un piano en casa de su tía fue el responsable del inicio de una exitosa carrera como compositora, académica e intérprete de piano.
Hoy a sus 73 años sigue tocando, componiendo y enseñando a futuros músicos y compositores. Además de tener una maestría en Filosofía, en Educación Humanista, por la Universidad Iberoamericana.
Porque la maestra Lucía Álvarez, autora de más de 35 composiciones para teatro y cine, asegura que una vez que uno descubre su vocación y misión en la vida, no se puede abandonar.
En Ser GRANDE tuvimos el honor de entrevistar a la Maestra Lucía Álvarez, quien nos platica sobre su trayectoria como música, compositora y académica.
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El inicio de la pasión por la música de Lucía Álvarez
La maestra Lucía Álvarez creció en el seno de una familia de clase media. Su padre era ingeniero civil y su madre una mujer dedicada al hogar, como entonces se acostumbraba.
Curiosamente, ambos padres tenían intereses musicales: “Mi mamá tenía una voz hermosa y era una mujer muy sensible. Mi papá tocaba el clarinete, la mandolina, la guitarra y el acordeón”.
Fue su tía la que por primera vez reconoció su interés y talento en la música, y como regalo le obsequió el piano que tanto gustaba a la pequeña Lucía cuando la iba a visitar.
Su madre, en agradecimiento y en concordancia con su propia sensibilidad musical, metió a su hija a clases de piano, donde pronto comenzó a brillar.
María Elena Bátiz, su maestra, fue quien finalmente la impulsó a estudiar piano de manera profesional. Su talento le abrió espacio desde los 11 años en la Escuela Nacional de Música de la UNAM.
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La música en México
La maestra, ganadora de la Medalla Sor Juana Inés de la Cruz, es profesora de Tiempo Completo de la UNAM y en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC).
Comparte con sus alumnos que abrirse espacio en el mundo de la música en México no es fácil, porque en nuestro país hay poco interés en apoyar al arte.
“Hay un dicho que dice: Mi abuelo hizo la guerra para que mi padre hiciera política y yo pudiera hacer arte. En México aún estamos haciendo política”.
De ahí que considere que la carrera de música es para personas masoquistas y optimistas, pues hay que estar dispuesto a enfrentarse continuamente al “no”, “no se puede”, “no hay presupuesto”, y aún así no quitar el dedo del renglón.
El secreto del éxito, asegura, radica no sólo en el talento, sino también en la disciplina y el conocimiento.
“No existe una fórmula mágica para la composición, sin embargo, para poder hacer nuestras propias obras debemos tener un conocimiento del cual partir”.
De ahí que lamenta el poco interés y espacio que se abre a talentosos compositores mexicanos como Mariana Villanueva Conroy y Roberto Tellez Oropeza.
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Su descubrimiento de Lucía Álvarez como compositora
La maestra Lucía Álvarez está convencida de que el arte de la composición se descubre, y razones no le faltan.
A sus 20 años, el escritor Héctor Azar le pidió que compusiera la música para una obra. La solicitud la sorprendió, pues entonces su experiencia se centraba en la interpretación en piano.
“Tú puedes”, le dijo, y la compositora aceptó el reto. Posteriormente viajaría a Siena, Italia, para estudiar música para el cine con el compositor Ennio Morricone.
La maestra ha escrito más de 35 obras, lo mismo para teatro que para cine en películas de directores de la talla de Juan Ibáñez, Arturo Ripstein, Jorge Fons, Ignacio Ortiz, Juan Manuel Torres.
Entre las cintas más conocidas se encuentran: La reina de la noche (1994), El callejón de los milagros (1995), Cuento de hadas para dormir cocodrilos (2002) y Mezcal (2006).
Todo este trabajo le valdría ganar siete premios Ariel, el último en 2020 fue el de “Oro” como un reconocimiento a su brillante trayectoria.
Además de ser condecorada con dos Diosas de Plata y dos premios de festivales franceses.
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¿En qué se inspira Lucía Álvarez para sus composiciones?
“Yo no creo en la inspiración, creo en la motivación. A mí me dan un guion basado en alguna novela o una obra y leo ambos”.
Este hecho, indica, le permite entender la esencia de los personajes y del contexto.
No se considera una compositora veloz. En sus inicios como pianista narra que sí llegó a tocar 12 horas en un solo día.
Hoy trabaja por periodos, en los cuales se abstrae completamente del mundo y su mente y espíritu se centran en su composición.
“Me concentro a tal punto que tengo que respirar porque me falta el aire. Disfruto muchísimo componer y cada nota musical está muy pensada, muy meditada”.
De todas y cada una de sus composiciones tiene hermosos recuerdos y anécdotas, pero especialmente recuerda dos:
El poema sinfónico Moctezuma de Homero Aridjis. “Está muy bien documentado y a pesar de estar escrito en prosa tiene un ritmo poético en el cual me inspiré”.
Albur, fue otra de las obras que recuerda con especial cariño, y es que fue escrita y dedicada a su gran amigo Juan Ibáñez (guionista, adaptador, escenógrafo y coreógrafo), quien murió sin poderla escuchar.
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Creatividad y desarrollo sin importar la edad
La maestra tiene por delante el estreno de un concierto para dos flautas transversas y orquesta sinfónica así como, una ópera para niños llamada María la Monarca derivada del cuento homónimo de Homero Aridjis.
Además, trabaja en una ópera de cámara para adultos titulada La roncha canina, basada en una sátira política.
La maestra recomienda a los seguidores de SER GRANDE nunca dejar de hacer lo que tanto les gusta e inspira. Incluso los invita a aprender a tocar piano.
“Este instrumento requiere el uso de dos manos haciendo cosas diferentes. Cada una tiene su propia coordinación, lo que obliga al cerebro a controlar sus dos hemisferios”.
También los invita a fomentar el gusto por la música en sus sobrinos y nietos llevándolos a conciertos.
De hecho, ella ha sido una gran promotora de conciertos para niños y adultos. Es miembro activo de la Música de Concierto de México, sociedad civil para la promoción de la música mexicana.
Narra que disfruta mucho esta etapa de su vida como madre y abuela, así como estar en su hogar. Y si bien ya está considerando retirarse de la docencia, asegura jamás dejará la música.
“Ser grande no es ser poderoso ni ser rico, sino disfrutar con lo que uno está haciendo y frenar nuestra curiosidad puede llevarnos a la depresión. Por eso nunca es tarde para encontrar nuestro sentido de vida y ser felices”, concluye la maestra Lucía Álvarez.
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