Las fiestas decembrinas y el invierno no siempre son felicidad absoluta, hay quienes viven depresión navideña. ¿A qué se debe?

El otro día un paciente me dijo: “Rodrigo ¿saldrás este diciembre de vacaciones?”

Le contesté que no, que diciembre es una época difícil en el consultorio, mucha demanda de nuevos pacientes y momentos difíciles para otros.

Un poco sorprendido pero también aliviado me respondió:

“Ufff…¡qué bueno! Pues necesito mis sesiones en estas épocas, ya sabes que la pasaré solo y luego con este frío por lo menos tener mi análisis”. 

La depresión está muy vinculada al frío y a la lluvia o nevadas, fenómenos meteorológicos propios del invierno.

Esta depresión no es gratuita, y habría que ser muy incauto para no metaforizar la lluvia como una representación del llanto, y por supuesto al frío con la falta del calor del otro. 

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Temperatura y lazos de amor

El primer contacto humano es a través de la temperatura del otro, del contacto con su cuerpo.

El calor se vincula afectivamente con compañía y la presencia amorosa de un cuidador:

Con el seno materno caliente lleno de leche, con el latido del corazón, con el aroma/ humor de la madre que satura al bebé. 

Por lo anterior, cuando tenemos frío es cuando más necesidad tenemos de estar con otros. Cuando más necesidad tenemos de compartir una cena caliente, un abrazo, de reír.

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Depresión navideña y por frío

En invierno y en fiestas decembrinas, mucha gente vive la falta de tener aquellas personas que le puedan otorgar ese caluroso afecto.

Ya sea porque familiares perdieron la vida ese año. Por ejemplo, puede ocurrir que el calor de la presencia de la abuela ya no esté.

También por distancia física e incapacidad para viajar, tendrán que perderse de esa deliciosa y cálida cena familiar. 

Peor aún, pueden enfrentarse a la existencia de problemas y pleitos familiares que llevaron a una desunión. 

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Síntomas de depresión en época de frío

El frío afecta al cuerpo, es obvio, pero el cuerpo no está separado de lo psíquico y por lo tanto responde de una forma simbólica, es decir, tiene un efecto emocional.

Ese frío y necesidad de calor generalmente trata de ser compensado de alguna forma. En ocasiones esta compensación puede ser sintomática.

Un paciente, por ejemplo, al llegar la temporada invernal comenzaba a subir drásticamente de peso y no entendía por qué.

Avanzado su análisis se percató que el frío de temporada estaba vinculado con la pérdida de su nana, una mujer que él describía como muy “cálida” y que un día dejó de trabajar con ellos. 

Jamás le explicaron algo al respecto de su partida y no pudo elaborar un duelo, y cada invierno se hacía presente la ausencia de la cálida presencia de su nana, la mujer que se dedicaba en aquél entonces a alimentarlo y acunarlo. 

En conclusión, el frío tiene un impacto en nosotros, y ese impacto cada quién lo proyecta según su propia historia de forma emocional.

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