Un enólogo y un sommelier nos comparten tips para saber cómo catar vinos y sus puntos de vista de por qué elegir los de origen mexicano 

Una botella de vino siempre está presente solo en las mejores ocasiones de la vida: un nacimiento, una graduación, una boda o un aniversario, entre otras. 

Sin embargo, hay nuevos productores de vino que buscan romper con ese paradigma con sus creaciones.

Tal es el caso de Fernando Farias y Karla Orozco, de Cava Cordova, en Ensenada, Baja California, quienes producen vino calidad boutique que, aseguran, se puede disfrutar en toda ocasión, incluso para compartir en una tarde de película con palomitas en casa.

De hecho, su primer vino: Primula, un chardonnay 100 por ciento, lo describen como fresco, ligero y agradable al paladar. 

“Es nuestro vino cebichero”, y lo crearon especialmente para su boda. 

Y tienen una línea experimental en la que desarrollaron un vino naranja, que se puso de moda hace unos tres años. 

“Buscamos salirnos de esa escuela que pone el vino solo en eventos importantes. Para beber una de nuestras botellas no necesitas una ocasión súper especial porque hacemos vinos frescos, fáciles de tomar y de disfrutar, que no te das cuenta de que se acabó”. 

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¿Cómo catar vinos?

Todo comienza con la elección de qué vino se desea beber. Entre tantas opciones en los estantes, esto puede resultar intimidante. 

“Al haber tantas alternativas de uvas, regiones, estilos y marcas… tenemos varias opciones que escoger que se puedan adaptar a lo que necesitamos”, dice Fernando. 

“Mi primer consejo es siempre tomar en cuenta la ocasión en la que disfrutaremos el vino. 

“Preguntarnos: ¿Es para una reunión con amigos o cena formal o de negocios?, ¿es para un momento único para disfrutar en una alberca o durante un asado?, ¿con qué lo acompañaremos: con un banquete especial o con unas palomitas?, y ¿cuál es el presunto con el que se cuenta?” 

Teniendo clara la ocasión, eso facilita la elección y una vez elegido el vino, solo hay que darse el tiempo de disfrutarlo. 

“Catar es muy sencillo y todos lo podemos hacer, solo tenemos que tomarnos un momento para analizar qué estamos tomando: cómo se ve y qué nos dice su apariencia, luego a qué sabe y qué nos recuerda: flores, frutas o especias. 

“Y la mejor manera de saber qué vino nos gusta, ¡es probando! Eso se vuelve aún más divertido si nos atrevemos a probar y conocer distintos vinos”, reconoce Fernando.

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Tiempo de darse tiempo

En eso coincide Jorge Alberto Trejo, sommelier en jefe del hotel Secrets Huatulco Resort & Spa, quien no recomienda tomar cursos, sino charlar con expertos. 

“Los cursos tienen mucha teoría, y si solo se quiere saber un poco más de vino, es mejor entrar en contacto con productores y sommeliers, con expertos…”, detalla. 

Ellos introducirán a un mundo donde la pasión es el principal ingrediente, y se comenzará a comprender desde qué es una vinícola y una vitícola, o una vitivinícola, hasta romper con paradigmas de que el mejor vino es el más caro, o que el vino blanco se marida con pescados y el vino tinto con carnes rojas. 

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Hay vinos blancos que son más robustos que cualquiera tinto y van perfecto con una carne, asegura. 

“Lo que no puede cambiar en una cata – maridaje: hay que comenzar con los vinos ligeros y seguir con los vinos robustos. Ir de menos a más, de abajo hacia arriba, para no saturar el gusto”, explica.

Ambos destacan la calidad del vino mexicano que, quizá, para muchos parezca costoso en comparación con lo producido en regiones ya muy conocidas, como España, Francia o Italia, pero lo que se produce en el país tiene un cuidado muy especial. E invitan a darle una oportunidad. 

“La mayoría de las vinícolas mexicanas son familiares y elaboran sus vinos con mucha atención al detalle. En muchos casos, cada botella pasa por las manos del propio productor antes de llegar a las copas de los consumidores”, concluye Fernando.

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