Te compartimos tres historias de hijos que se han convertido en los cuidadores de sus padres que han perdieron la memoria
Decía el escritor portugués José Saramago: “la memoria es selectiva y tiende a borrar las partes duras. Va armando un recuerdo basado sólo en lo más dulce… pero hay que tratar de ser honesto”. Sin embargo, hay personas quienes por algún motivo no tienen control sobre sus remembranzas.
Estas son tres historias de tres hijos que nos comparten su experiencia de cuidar y convivir con padres que han sufrido la pérdida de sus recuerdos.
El Covid-19 le arrebató la memoria
María Teresa Sánchez Peón, de 81 años, solía llevar una vida normal: leía, escribía, tejía, llamaba a sus seres queridos por celular y hasta conducía para trasladarse a sus clases de yoga, pero, la pandemia lo cambió todo para siempre.
Aún puede leer, pero ya no escribe. Lo intenta pero su letra ya no es legible, no recuerda cómo tejer tampoco cómo usar su teléfono y sentarse frente al volante de un automóvil es impensable.
Tenía un deterioro cognitivo leve que se transformó en demencia vascular luego de sobrevivir al Covid-19, en diciembre pasado. Una de las peores secuelas de la enfermedad.
Esto es igual al Alzheimer, cuenta su hija, Alejandra Pérez-Peña (56 años). Ella tuvo que renunciar a su vida profesional para convertirse en cuidadora exclusiva de su mamá, desde hace siete meses, pues no le alcanzaba el tiempo para atender a ambas.
“Ha sido devastador. Al principio, tuve que luchar con ese sentimiento de si hubiera sido mejor que no se recuperara del Covid. Luego, afrontar que soy la única a quien no reconoce.
“Recuerda perfectamente su infancia y quiénes fueron sus padres, sus hermanos y sus sobrinos. También a mi hermano, 10 años menor, que es su adoración. Yo soy la única que no sabe quién es”, cuenta vía telefónica desde Guadalajara.
Alejandra dice que ya está preparada materialmente para lo que venga, pero no sabe si logrará estarlo emocionalmente.
“Siendo médico, sé lo que sigue y me estoy preparando para tener todas las cosas que voy a necesitar, solo que sentimentalmente no lo sé.
“Ha sido duro y triste, porque uno reacciona como si fuera la misma persona, pero ya no lo es. Ahora, es la enfermedad la que habla y sé que esa no es mi mamá”, señala.
Alejandra reconoce que ha llorado mucho y agradece que su hermano apoye económicamente, para que ella pueda hacerse cargo por completo de su mamá sin tener que preocuparse por nada más.
También, a través de redes sociales, Alejandra ha buscado apoyo moral en grupos de personas con Alzheimer, pues ahí, otros cuidadores se convierten en quienes mejor la comprenden y asesoran.
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Encefalitis viral, el respiro que se llevó su memoria
Hace siete años, Elisa Zamora dirigía una escuela preparatoria y recién había recibido un reconocimiento como la Mejor Maestra del Estado de México, cuando respiró un virus que le cambió la vida para siempre.
A través del olfato, este virus alcanzó su cerebro provocando que quedara en coma mes y medio y, al despertar, no recordara ni siquiera cómo caminar.
“Ella recuerda quiénes eran sus papás, que era maestra y a esposo e hijos. Pero, nada de lo que vivió hace cinco minutos”, comparte Sheila Peralta, su hija y cuidadora principal.
“Sus nódulos temporal y frontal son los que están más dañados; son las secuelas de la encefalitis viral”.
Al principio requirió cuidados las 24 horas, por lo que toda la familia participaba: su esposo y sus dos hijas, así como tres hermanas.
La maestra Elisa tuvo que volver a aprender a comer y caminar, hasta volverse independiente nuevamente. Para lograr este avance tuvo que tomar diversas terapias, desde físicas hasta ocupacionales y de lenguaje, así como acudir al psicólogo cada semana, como hasta la fecha.
Elisa está por cumplir 62 años y convertirse en abuela, pues sus dos hijas están embarazadas, aunque solo puede estar con Sheila, pues Cindy vive al otro lado del mundo.
“Emocionalmente creí que iba a ser más difícil, pero mamá entiende que va a ser abuela al ver mi panza y eso le emociona. Le dice a mi bebé que la quiere mucho, que crezca mucho, que ya la está esperando y que espera que se parezca a ella.
“Le canta las mismas canciones de cuna que nos cantaba de niñas. El instinto maternal lo tiene intacto”, dice conmovida.
A pesar de eso, Sheila reconoce que perdió las esperanzas en la recuperación de su mamá.
“Me costó mucho aceptarlo. Pero sé que vivirá una etapa de más amor y de más cariño, pues anhelaba ser abuela”, asegura.
Sin embargo, los doctores dijeron que Elisa no sobreviviría y lo hizo; que no caminaría de nuevo y lo logró. Y también se dice que la fe mueve montañas: la maestra ha demostrado la más férrea voluntad.
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La música y el canto siempre los unía
Don Federico Zanella observaba a la familia reunida. Saludaba y sonreía a todos mientras era acompañado siempre por su esposa, Beatriz. Posiblemente no recordaba nada de lo que hizo el día anterior, pero al ver a sus seres amados juntos se paraba a cantar ‘La Traviata’ en italiano sin equivocarse.
“Todo comenzó cuando tenía 65 años, cuando dejó de trabajar. Al principio dejamos pasar de largo los síntomas o señales que nos daba. Comenzó a comportarse diferente, decía que tenía ciertas visiones y luego manifestó algunos problemas con su memoria”, recuerda ‘Freddy’, uno de sus hijos.
Cuando don Federico comenzó a perder la memoria de corto plazo le realizaron estudios en el IMSS, pero los resultados no arrojaron problemas de daño cerebral y descartaron enfermedades neurológicas como el Alzheimer. Se trataba de una “cuestión de edad”.
“La falta de recuerdos de los días anteriores se agudizó al pasar del tiempo, hacía las mismas preguntas una y otra vez por lo que era muy complicado sostener una conversación con él. Pero, si hablabas de su infancia o juventud de inmediato te contaba sus anécdotas”, dijo ‘Freddy’ por medio de una videollamada y quien trabaja para una empresa transnacional brasileña.
Más que alarmarse por la falta de memoria de su papá, lo que en verdad lo impactó emocionalmente fue darse cuenta que su padre “envejecía y ya no era la misma persona con la que podías platicar de cualquier cosa y me preguntaba qué estaría pasando por la mente de mi papá”.
Aunque los recuerdos se fugaban, las letras de sus canciones favoritas siempre estaban presentes. Este fue el vínculo especial que mantenía a don Federico en contacto con ‘Freddy’ y su familia.
“El canto tiene una conexión muy fuerte con el corazón, por ello me hace sentido que mi papá recordara perfectamente la letra de ‘La Traviata’ y que se parara de repente a cantarla, porque era un momento que él deseaba compartir con la familia. Incluso, cuando lo llegaba a bañar, él se ponía a cantar y terminábamos haciéndolo juntos”.
‘Freddy’ nos comparte que lo más importante para cuidar a familiares que sufren la pérdida de memoria se debe ser paciente y empático.
“Para ser empático se debe ser paciente. Invito a que las familias reflexionen sobre la situación que están viviendo. Se debe concientizar sobre las limitaciones de nuestros seres amados”, comparte ‘Freddy’, quien perdió a su papá y a su mamá el año pasado debido a la pandemia por Covid-19.
Tengamos presente lo que nos advierte Nicholas Sparks, autor de las novelas ‘El Diario de Noah’ y ‘Un paseo para recordar’:
“La experiencia enseña que incluso los recuerdos más preciados se desvanecen con el tiempo”.
IVETT RANGEL Y MARCO SOTELO
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Etiquetas: alzheimer, encefalitis virial, perdida de la memoria, recuerdos, tertimonios
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Mi mamá no sabe quién soy, pero yo sí se quién es ella. La amo y siempre cuidaré de ella.
Impactantes historias de los 3 hijos, cada uno a su manera y con mucho amor cuida a su ser querido.Dios los Bendiga, mi admiracion y respeto a uds q estan vibrando en la resonancia del amor incondicional.