Enero suele tener elementos que favorecen la tristeza, no es casual que en este mes ocurra el Blue Monday o el Día Más Triste del Año

Desde el 2005 se nombró al tercer lunes de enero el Blue Monday, o el Día Más Triste del Año.

Fue el psicólogo Cliff Arnall quien señaló a este día como el más triste por una serie de eventos que convergen.

En este mes se presentan las temperaturas más bajas, además hay menos luz, factores que generan tristeza.

De hecho, en esta temporada es común el denominado trastorno afectivo estacional (TAE) o “depresión de invierno”.

Y es que los días más cortos y las noches más largas, propios del invierno, reducen la cantidad de luz que recibimos y esto afecta nuestro estado de ánimo.

A este factor se une el enfrentar una economía desgastada tras los festejos decembrinos.

El alto total que se tiene que realizar tras la vorágine de las festividades, también contribuye.

Además, el inicio de año, y con él los nuevos propósitos, nos obliga a asumir que no cumplimos algunas de nuestras metas pasadas.

Y como si fuera broma este año en especial muchos están enfrentando el contagio de COVID-19, es decir comienzan este nuevo periodo de su vida enfermos.

No hay que olvidar que este virus no sólo afecta aspectos físicos, sino también las emociones, y muchas personas no entienden sus cambios de ánimo y se sienten culpables por ello.

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Blue Monday ¿enemigo a vencer?

A lo largo de nuestra vida nos han enseñado que estar triste es malo, incluso se nos conmina a ya no estarlo, como si se tratara de una decisión.

Muchos incluso nos sentimos culpables por estar tristes. Sin embargo, ignorar esta emoción es el camino erróneo.

La mejor forma de comenzar a combatir la tristeza es aceptándola y  entendiéndola como una alerta natural que subraya que nos falta algo y nos impulsa a conseguirlo.

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¿Cómo enfrentar la tristeza?

Una vez aceptando que nos sentimos tristes el siguiente paso consiste en identificar qué nos podría estar generando esta emoción.

Es importante hacer este ejercicio sin juzgarnos, pues quizás pareciera que lo que nos pone tristes en realidad es algo irrelevante.

Pero no es así, a veces un factor aparentemente irrelevante puede esconder algo mucho más grande.

Por ejemplo: quizás fue un comentario no grato de nuestro jefe o de algún compañero, amigo o familiar el que nos puso triste.

Sin embargo, este hecho en realidad nos está removiendo viejas heridas que vale la pena traer al presente y analizarlas con ojos maduros y adultos.

El origen de la tristeza

Cuando de pequeños sufrimos una herida, la recibimos sin ningún tipo de filtro y por lo tanto es sumamente doloroso.

Cuando algo duele mucho lo negamos, tapamos o ignoramos.

Sin embargo, al no sanar la herida, diversos hechos parecidos a lo que vivimos pueden remover el dolor.

Algunos reaccionamos con enojo, otros con llanto, silencio, resentimiento, etc. Pero todas estas respuestas hablan de un malestar.

Por eso hay que atender este dolor, no reducir su importancia, mejor movilizar nuestro impulso hacia alguna acción en beneficio propio.

Es decir, si por ejemplo nuestra tristeza está fincada en el pasado, cuando de niños no pudimos hacer nada para defendernos de una humillación, debemos tener claro que hoy sí podemos hacerlo.

Esto no significa que vayamos a cobrarle la factura a quien nos “lastimó” en el presente.

Sino que más bien podemos “reducir el daño” entendiendo que el dolor tan grande no parte de este hecho en el presente, sino que remueve heridas del pasado.

Además, a diferencia del pasado, en esta ocasión podemos decirle a esa persona lo mal que nos hace sentir su actitud o palabras.

Incluso, proponerle una nueva manera de comunicación y solución de problemas.

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¿Se puede transformar la tristeza incluso en el Blue Monday?

Una vez establecido claramente el origen de nuestra tristeza y tomando acción sobre ésta también podemos ir más allá y transformarlo en algo positivo.

Por ejemplo, proponer en el trabajo un curso para aprender a comunicarse de manera asertiva.

Esta transformación de dentro hacia afuera y de afuera hacia adentro tiene una gran potencia.

Recordemos casos de personas que han vivido situaciones sumamente complejas y hoy dedican su tiempo a concientizar a otros para que lo que les causó el daño no se repita.

Cuando esto ocurre nos estamos reparando y al mismo tiempo contribuyendo a la reparación de nuestro entorno.

Por supuesto que esta transformación no es sencilla. Requiere de trabajo emocional y hasta espiritual. Algunos necesitamos apoyo de un psicólogo o un coach.

Sin embargo, si logramos hacer esta transformación la herida sanará y la tristeza cesará incluso en el Blue Monday.

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